Museo Picasso

Málaga celebra 20 años de eclosión cultural tras la apertura del Picasso

La inauguración de la pinacoteca en el Palacio de los Condes de Buenavista jugó un papel clave en la estrategia de la ciudad, ejerciendo un efecto de «locomotora» en su desarrollo 

El vínculo del pintor y la capital es hoy una marca internacional

Picasso no tiene quien le quiera en sus jardines

El Museo Picasso Málaga celebra sus primeros 20 años recordando a la mujer que lo hizo posible

El Museo Picasso Málaga celebró ayer su 20º aniversario con 50 jóvenes malagueños que han cumplido o cumplirán 20 años en 2023.

El Museo Picasso Málaga celebró ayer su 20º aniversario con 50 jóvenes malagueños que han cumplido o cumplirán 20 años en 2023. / ana i montañez. málaga

Ana I. Montañez

Ana I. Montañez

Como suele ocurrir en la capital de la Costa del Sol cuando hay eventos de gran calado -pese a ser tierra de secano-, el día que abrió el Museo Picasso... llovía, aunque no lo suficiente como para aguar una fiesta que Málaga merecía celebrar desde hacía casi un siglo.

La ciudad había aguardado a aquel acontecimiento, para intentar ser más exactos, al menos durante 70 años, desde que el intelectual malagueño Juan Temboury empezó a manifestar públicamente en los años treinta su inquietud por que la ciudad que vio nacer al creador del cubismo no tuviera un espacio digno para contemplar su obra.

«Hay muchos museos que han tenido la suerte de reunir sus cuadros, pero aquí debía de formarse básicamente la colección Picasso, con representación de la marcha evolutiva de su obra y con sus grandes quiebros de orientación», exponía Temboury en una de las muchas cartas que intercambió con Picasso, estas líneas en concreto, de 1953.

Aunque ya en los sesenta el Museo de Bellas Artes de Málaga acogió la primera muestra monográfica de Picasso en la ciudad, ni Temboury ni el pintor llegaron a ver cumplido el sueño compartido de que la ciudad contase con una pinacoteca para mostrar los trazados con los que el artista de la Plaza de la Merced revolucionó la forma de entender el arte en el siglo XX.

Ese testigo lo retomaría, unas décadas después, su nuera Christine Picasso después de asistir atónita a la gran acogida de la exposición Picasso clásico, que se celebró en el Palacio Episcopal ya en la década de los noventa.

Ese segundo intento se materializó para Christine cuando conoció, a propuesta de la Junta de Andalucía, el Palacio de los Condes de Buenavista, que acogía entonces el Museo de Bellas Artes, antes de que éste se trasladase al edificio de la Aduana donde hoy se encuentra.

La rehabilitación del espacio y la importante donación que Christine junto al nieto del pintor, Bernard Ruiz-Picasso, cedieron al Museo Picasso, y que recorre las diferentes etapas artísticas del genio, precedieron a la inauguración de este ya icónico espacio museístico, que abrió sus puertas el 27 de octubre de 2003, como se decía al inicio del reportaje, bajo un cielo encapotado y lleno de paraguas.

En una de las crónicas que este periódico publicó de aquel día se recoge una significativa reflexión de la hija mayor de Picasso, Maya, que entendía aquel capricho meteorológico como un hecho inevitable: «Llueve en Málaga porque hoy el sol está dentro del museo».

La expectación era máxima. La ciudad recibió la visita de los reyes de España, Juan Carlos I y Sofía-que arribaron a la ciudad a bordo del Juan Sebastián Elcano-además de autoridades de todos los estamentos, artistas como Lucía Bosé o Ángel Garó, junto a familiares de Juan Temboury y una treintena de descendientes más o menos lejanos del pintor, pertenecientes a las tres últimas generaciones de Picasso.

Los reyes de España, en la apertura del museo en 2003.

Los reyes de España, en la apertura del museo en 2003. / C.C.

La cita no era baladí por lo que la ciudad se blindó como nunca, con un despliegue de 300 efectivos, entre ellos, del Grupo Especial de Operaciones (GEO), la Unidad Central de Intervención, los Tedax, la Unidad de Intervención Policial, la Unidad de Subsuelo, la escolta de la Casa Real e incluso un grupo de francotiradores de élite.

Y entre tanto alboroto, el hispanista Ian Gibson, también entre los invitados, supo transmitir que esa esperada y grandilocuente apertura del museo suponía, en esencia, la «reconciliación con Picasso después de muchos años de dictadura franquista», a lo que añadió con satisfacción: «El genio regresa a sus orígenes».

La infinita ilusión de aquel día no ocultaba que la ciudad tenía grandes expectativas para este museo, del que se esperaba un efecto «dinamizador» que situase a Málaga en el mapa internacional de los destinos culturales.

«¿Será el Museo Picasso el impulsor de la ‘reinvención turística’ y urbanística de Málaga? No todo lo que quisiéramos pero ayudará bastante», se preguntaba entonces el cronista de La Opinión, Alfonso Vázquez.

El gran día de Picasso en la hemeroteca de La Opinión de Málaga

La hemeroteca de La Opinión de Málaga da buena cuenta, dos décadas después, de cómo transcurrió el gran día de Picasso en la capital, con la inauguración de su museo. Las páginas del periódico recogen los días previos de «pasión picassiana» que se vivieron en la ciudad, la gran afluencia de malagueños que fueron a recibir a los reyes a su llegada al Puerto o a asistir a la primera apertura de puertas; los últimos Picasso malagueños que acudieron al acto; el despliegue policial en torno al Palacio de Buenavista y San Agustín o la satisfacción de las instituciones públicas y los principales impulsores del proyecto, Christine Picasso y Bernard Ruiz-Picasso al ver, por fin, el museo puesto en marcha. / .

Autoridades públicas y representantes de la esfera cultural malagueña se enfrentan a esa misma pregunta pero 20 años después, cuando las grandes esperanzas puestas en el museo ya son medibles con hechos.

«Cuando empezó el plan estratégico de Málaga, el apostar por una capital basada en la cultura, realmente el patrimonio que teníamos no estaba explotado ni preparado para que fuera visitable y para que fuera un atractivo turístico», recuerda la gerente de la Fundación Ciedes, María del Carmen García. «Hacía falta un gran elemento tractor y que potenciara que se hiciera todo eso». Ese acelerador debía ser, por supuesto, Picasso.

«Parece que Málaga ya de por sí tiene un nombre propio pero realmente el origen está en la idea de vincular Picasso y Málaga», continúa la gerente de la Fundación Ciedes, una institución volcada en diseñar el futuro de la ciudad y en la que está representadas las administraciones públicas, los empresarios malagueños, la universidad o el Málaga TechPark. «Si se hubiera inaugurado un museo cualquiera, a lo mejor no habría tenido esa fuerza pero Picasso era ya una marca internacional».

A raíz de la apertura del museo, García confiesa que fue «mucho más fácil» convencer tanto a instituciones públicas como al sector privado de la potencialidad que tenía Málaga para convertirse en un referente cultural. De hecho, tras el Picasso vino la apertura del Museo Automovilístico (2010), el Museo Carmen Thyssen (2011), el Centre Pompidou y el Museo Ruso (2015) o la apertura del Museo de la Aduana (2016), entre otros espacios.

«Ha servido para cambiar absolutamente la percepción cultural que de Málaga se tiene», opina con rotundidad el presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga, José Manuel Cabra de Luna. «De ninguna manera habría llegado Málaga a ser la potencia cultural que hoy es. [El museo] Ha hecho una labor de locomotora, absolutamente».

En definitiva, hubo «un antes y un después» tras la inauguración, como resume el director de la Agencia Pública Casa Natal Pablo Ruiz Picasso y otros equipamientos museísticos y culturales, José María Luna. Eso sí, Luna defiende que el camino por la preservación de la memoria del pintor comenzó mucho antes, en 1988, con la andadura del Museo Casa Natal de la Plaza de la Merced, un trabajo que «remachó» a posteriori el Museo Picasso:

«La combinación de todas esas actuaciones confluyen en lo que ahora es la fiesta cultural de la ciudad, que es uno de los elementos que más ha contribuido a este cambio radical de la imagen y la apreciación de la ciudad».

«Yo quisiera creer que la historia del Museo Picasso Málaga ya es parte de la historia de la ciudad de Málaga. Y eso no es muy fácil, no sirve solo con abrir un museo, abrir unas puertas, colgar unos cuadros y contar unas historias. Eso requiere una implicación no solo intelectual, sino también sentimental con la ciudad», valora el director artístico del Museo Picasso Málaga, José Lebrero, quien, por cierto, a sus 69 años dejará el cargo que ha ostentado durante 14 años. «La apertura del museo contribuyó a la peatonalización de la ciudad y a la recuperación de edificios. Ha sido un elemento generador de calidad urbanística».

Una opinión compartida por el propio alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, que destaca cómo el espacio museístico ayudó a «revitalizar» su entorno más cercano en el casco histórico, entre sus dos entradas, por las calles San Agustín y Alcazabilla. «Cuando se abre el Museo Picasso de Málaga, la ciudad da un paso adelante muy importante en materia cultural. Bien es verdad que ese mismo año había abierto el Centro de Arte Contemporáneo pero el museo suponía una consolidación de la relación de Picasso con Málaga, dejar claro que si estaba ese museo en Málaga es porque Picasso nació en Málaga», incide el regidor malagueño.

Esta pinacoteca, que este año conmemora también el 50º aniversario de la muerte de Picasso, ha recibido en sus dos décadas de existencia a más de nueve millones de personas, manteniéndose como el museo más visitado de Andalucía. Este año, Lebrero adelanta que esperan alcanzar cifras récords de visitas, unos registros que antes de la pandemia superaban los 700.000 visitantes anuales. En este sentido, De la Torre vaticina que ese dato podría superar las 800.000 personas.

«El Museo Picasso Málaga ha sido el mayor y mejor exponente de la revolución cultural que ha vivido nuestra ciudad en estas dos décadas , con él comenzó la verdadera transformación social de Málaga y gracias a él comenzó nuestro despegue turístico», destaca la delegada de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, Gemma del Corral. «Su influencia ha trascendido al propio museo consiguiendo la recuperación de un entorno degradado, ampliando el patrimonio de los andaluces y acercando de la mejor y más ambiciosa manera posible la figura de Picasso, nuestro malagueño más ilustre».

Maya Picasso mira al cielo lluvioso el día de la inauguración. A su lado, el biógrafo Rafael Inglada.

Maya Picasso mira al cielo lluvioso el día de la inauguración. A su lado, el biógrafo Rafael Inglada. / G.T.

Indudablemente, más allá del icono artístico que es -y será siempre- la obra de Picasso, lo cierto es que su imagen se ha convertido en todo un imán comercial que ha despertado ciertas críticas.

Un poderoso atractivo que en la ciudad ha querido ir más allá del mundo souvenir, tratando incluso de emplear la marca del pintor de la paloma o el minotauro en el mercado inmobiliario -las Málaga Towers de la calle Pacífico quisieron llamarse Picasso Towers, llegando a publicarse un spot publicitario con Antonio Banderas. Finalmente tuvo que ser retirado-.

«La marca Picasso multiplica extraordinariamente el valor, el prestigio y el precio de cualquier mercancía a la que se asocie; lo sea a un coche, a un perfume o a una pizza; también, por supuesto, a una ciudad, entendida bajo la lógica del capitalismo neoliberal como un producto igualmente a la venta en el mercado turístico e inmobiliario», critica el artista nerjeño Rogelio López Cuenca, premio Nacional de Artes Plásticas. «Y Málaga, sus clases dirigentes, se tiraron de cabeza a la competición con otros posible ‘santos lugares picassianos’ por vincularse a ese branding a fin de atraer visitantes e inversiones. Esa codicia ha hecho que el proceso de picassización haya sido muy atropellado».

Al respecto, el director artístico del museo defiende el «rigor académico» de la pinacoteca: «Esto no es una empresa para ganar dinero, no debería serlo. Tampoco es un lugar donde se venden souvenirs. Esto tiene que ser un museo y un museo tiene que ser una institución seria, sensible a las múltiples sensibilidades que hay en nuestro tiempo y no tiene que perder la complicidad con su razón de ser, que es difundir de un modo riguroso la obra y el tiempo de Pablo Picasso».

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