Feria en la Peña Juan Breva: el flamenco como sentimiento

Flamenco: una palabra con fuerza, poderío y sentimiento. Que canta; que alza la voz. Que emerge y se hace notar en un pequeño rincón del centro de Málaga, el Museo de Arte Flamenco. La Peña Juan Breva organiza a diario actuaciones de este género por la Feria de Málaga 2023. El motivo: enaltecer este género por encima de todo. 

El edificio se divide en tres plantas. La principal, a modo de restaurante, brinda comida y bebida a los visitantes. Estos, o se sientan en alguna mesa, o permanecen de pie, apoyados en uno de los distintos barriles que hay repartidos.

José Antonio, uno de los camareros, tiene las manos pringadas del aceite de una pata de jamón que corta con precisión. Asegura que el flamenco reúne cada vez a más turistas (japoneses en especial) y más jóvenes en la Peña, algo que se ve impulsado durante la Feria. «De hecho, puedo decir que es la única peña de España en el que el flamenco se canta puro», explica.

La parte superior es la del museo. Dentro, se pueden encontrar guitarras, vestidos, complementos o carteles de actuaciones. Todo un paseo ordenado por la historia del género.

En la parte que conformaría un sótano, hay un espacio reducido, pero que aglutina varias mesas. Y, al fondo, un pequeño escenario. En esta sala se realizan conciertos y sesiones en las que el protagonismo es, exclusivamente, del flamenco.

Acaba de terminar su pase el Chato de Vélez, profesional del cante jondo. De profunda voz, el sentimiento que añade a su trabajo es perceptible solo con escucharle diez segundos. Le acompaña el guitarrista Curro de María. Las personas que permite reunir la sala, aplauden y ovacionan. Y piden una más. El Chato no se pudo negar.

El significado del género

Yara es una joven vendedora que está sustituyendo temporalmente a su madre para comerciar con complementos tales como flores para el pelo o abanicos de distintos colores en la puerta del edificio.

«Poder trasladar de manera gratuita esta cultura a la gente es maravilloso. En Feria, muchos turistas llegan al museo y cuando ven la parte de los conciertos no se paran en la exposición. Hacen cola durante horas fuera para poder asistir a las actuaciones», explica.

«Es la única peña de España en el que el flamenco se canta puro»

Para muchos, este género se mantiene estático en el tópico. Pablo Franco, presidente de la Peña, comenta que el flamenco, para él, tiene un significado mucho más profundo. La Peña Juan Breva siempre ha apostado por el flamenco puro, casi académico. Más allá del baile o el cante, lo que buscan es que el que asista a una sesión, sienta lo que siente el cantaor, el bailarín o el que toca la guitarra.

«Tengo una percepción del flamenco distinta: soy abogado, economista y profesor universitario. Y el flamenco es mi hobby. De manera que puedo verlo desde dos perspectivas distintas. Aquí se dan una serie de elementos que hacen que este arte ya no solo se oiga o se vea, sino que se sienta. No hay micrófonos ni altavoces como en los grandes escenarios. El silencio en la actuación es vital. Y es maravilloso», añade el presidente.

Chato de Vélez, que ha terminado su sesión hace poco, come algo en una de las barras de la planta principal. Tortillas de camarones, callos o jamón circulan por las distintas mesas del local. La gente se da un descanso hasta el siguiente pase.

Una feria 'para comérsela' en el Cortijo de Torres

Las peñas flamencas

«El día que desaparezcan las peñas, no sé que será del flamenco», afirma Chato, como le llaman todos. El cantaor explica que el hecho de venir a una peña como esta es, a su criterio, muy importante. Son sitios en los que el flamenco, más allá de un género musical y un término cultural, adquiere un tono más serio. «Cuando tienes a un público tan atento y tan entregado, te creces», dice el cantaor.

El siguiente pase lo va a conformar el grupo flamenco ‘Rondeña’. En él, hay tres bailarines, una cantaora y un guitarrista. Un chico, de unos 11 años, zapatea hábilmente el escenario durante el fandango. Y en cierto momento, el suelo vibra como si la peña fuera a derrumbarse. ‘Arsas’ y ‘olés’ se suceden durante la actuación. Los volantes de los trajes se balancean y a veces se quedan pegados en el cuerpo de los bailarines.

Esta sesión es más frenética que la anterior. Y la gente, para no perder detalle, permanece muy atenta. De vez en cuando se escucha algún comentario y el público exige silencio absoluto. Necesitan el sonido de las cuerdas al rasgar, del taconeo y las palmas, de la fuerza de la garganta. Necesitan vivir el flamenco.