«Selftape»: hermanas, compañeras y hasta rivales

Pantalla TV prestrenó ayer la nueva ficción de Filmin, el retrato íntimo de dos actrices desde que eran niñas

Las protagonistas de «Selftape». | ÁLEX ZEA

Las protagonistas de «Selftape». | ÁLEX ZEA / LA OPINIÓN. MÁLAGA

La Opinión

Joana y Mireia Vilapuig son hermanas y también actrices desde que eran niñas. La primera, que tiene ahora 28 años, fue una de las protagonistas de la exitosa Pulseras rojas y la segunda, de 25, también participó en la serie de TV-3 y tuvo papeles destacados en películas como Héroes y Fènix 11:23. Llevan muchos años haciendo castings, a veces compitiendo incluso entre ellas para conseguir el mismo papel. Así que, además de familia y amigas, en ocasiones han sido también rivales.

No es una experiencia muy común en la industria, así que se les ocurrió que podrían plasmar en la pantalla lo que habían vivido. Lo han hecho en una serie curativa para ellas que llegará a Filmin el próximo 4 de abril, que después se podrá ver en la desconexión de TVE-Catalunya y que prestrenaron ayer en el Festival de Málaga, dentro de su apartado Pantalla TV. La han titulado con el mismo nombre que esos vídeos caseros que se han grabado a lo largo de su vida como carta de presentación a los ‘castings’: ‘Selftape’.

«En la serie hay mucha verdad y mucha ficción», afirma Joana. «Podríamos decir que está al 50%-50%», concreta Mireia sobre una producción que comienza con su personaje regresando a Barcelona desde Oslo (Noruega), donde le va muy bien como actriz pero se siente muy sola. El reencuentro con Joana no puede ir peor, ya que le quita el papel que estaba destinado a su hermana mayor, que cuenta con un círculo de amigos más asentado, pero que no consigue despegar a nivel profesional. La rivalidad entre ellas sale así de nuevo a la luz.

Dicen que Selftape les ha servido para ajustar cuentas con su pasado. «Para nosotras la serie ha sido un auténtico proceso terapéutico. Antes de hacerla no nos conocíamos tanto como nos conocemos ahora», recalcan. «Ahora sé gestionar mucho mejor los celos o compararme con cualquier persona porque lo he vivido con Mireia, y es algo muy heavy», reconoce Joana, cuyo personaje lidia con no haber cumplido con las expectativas que tenía de triunfar en una carrera tan complicada como la de actriz. «Comenzar tan joven hace que entiendas la profesión desde un lugar muy raro, porque te roban un poco la infancia», reflexiona Mireia aludiendo a lo que ellas vivieron de niñas, con miles de fans y entrevistas en los medios entre clases en el instituto.

«Y distorsiona tu perspectiva de futuro», añade Joana. Porque a veces el teléfono deja de sonar y no llegan trabajos. «Nuestra madre nos decía que no podíamos pensar que habíamos fracasado con 20 años, cuando teníamos toda la vida por delante. Pero nosotras hemos vivido cosas bastante duras de miedos que nos han hecho entender que la profesión no era el camino de rosas que yo me pensaba cuando tenía 15 años», añade la intérprete. «Esta profesión tiene una fachada muy bonita pero por dentro tienes muchos momentos de pasarlo mal», corrobora su hermana.

El pasado de sus personajes como niñas actrices influye en todos los aspectos de su vida, también en las relaciones más íntimas. «No es una serie que hable explícitamente de sexo, pero queríamos abordar de una forma muy personal situaciones que nosotras hemos vivido a nivel sexual. En el pasado fuimos unas niñas y adolescentes muy sexualizadas», reconoce Mireia. «Hemos vivido escenas en rodajes en las que nos hemos sentido muy vulnerables o desnudas, aunque fueran planos más explícitos o no. Aquí queríamos autoprotegernos, porque a veces no lo hemos estado», denuncia Joana.

Uno de los elementos distintivos de los seis episodios de unos 30 minutos que componen Selftape es ir intercalando en la trama los vídeos familiares de Joana y Mireia de su infancia y adolescencia. Las vemos jugando en casa, en la playa, hablando a cámara y preparando castings, entre otros momentos cotidianos. Eso sí, siempre juntas y apoyándose la una en la otra.