Crítica

Qué bien se lo pasan esos hijos de puta

Reseña de 'Calladita', de Miguel Faus, en la Sección Oficial Fuera de Concurso del Festival de Málaga

Paula Grimaldo, en 'Calladita'

Paula Grimaldo, en 'Calladita' / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

CALLADITA

Dirección y guión: Miguel Faus

Reparto: Paula Grimaldo, Ariadna Gil, Pol Hermoso, Luis Bermejo, Violeta Rodríguez.

Llámenme prejuicioso pero siempre me ha dado mucha, mucha grima ver cómo directores y productores más bien desahogados económicamente se convierten en justicieros sociales y se ponen estupendos defendiendo las causas de las asistentas del hogar pretendiendo que en sus relatos no se va a notar que ellos y ellas no son los hijos o hijas de estas mujeres sino los chavales a los que estas mujeres les ponía el Cola-Cao sin grumos. Porque sí, se les nota, no es muy difícil descubrir que detrás de estas películas sólo hay postureo (está feo no haber sufrido por tu arte) o, en el menor de los casos, mala conciencia social (te habría gustado no haberlo tenido tan fácil para no tener que obviar y ocultar muchas referencias personales en tu bio). Desconozco si Miguel Faus, Carlo D'Ursi o el resto de personas que han colaborado para el buen puerto de 'Calladita' son pijos, se criaron en casoplones o en su infancia fueron servidos por chicas como Ana, la protagonista de la película, pero lo que sí tengo claro es que la película es una pijada disfrazada de observación sobre la lucha de clases. 

Básicamente, la cosa es como 'La zona de interés' pero al revés, con los malos en off, y en vez de Auschwitz estamos en una masía como las de los anuncios de Casa Tarradellas (bueno, más a tope todavía). Los malos son, claro, la familia de dinero: los padres son educados pero distantes, snobs, tremendamente disciplicentes, dictadores con una sonrisa y practicantes del terrible arte de la falsa promesa; sus hijos, un par de cabezas huecas, le dan duro al dolce far niente (con el único propósito de mosquear al espectador: la película pertenece al muy en boga subgénero "cómo se lo pasan estos hijos de puta mientras yo no tengo ni para pipas"). Todos, por cierto, claro, no se abrazan, ni se besa, ni tienen gestos de afecto entre ellos, se aprovechan de la necesidad de la mencionada Ana, la colombiana del servicio, una chica discreta, silenciosa como un ratoncillo pero, pronto se comprobará, viva y feroz como una leona que se las ha tenido que ver en unas cuantas junglas. A estas alturas, que ya habrán visto 'Saltburn' y 'Parásitos', se pueden imaginar de qué va la cosa: episodios de simulación de identidad para poder vivir los placeres prohibidos de los ricos, rebelión ante el injusto destino que te marca el sistema de clases sociales, algunas metáforas facilonas (ay, los gatitos sacrificados por intentar entrar en palacio)...

Entonces, ¿por qué 'Calladita' es una pijada? Pues porque se dedica una hora y media a calentar el ambiente, a intentar que la tensión empiece a crepitar... para una catarsis bastante destemplada, falta de la explosión para la que ha estado preparando al espectador. Y, sobre todo, porque la película termina resultando tan educada y correcta pero falta de algo genuino y conmovedor como les ocurre a esos pijos a los que cree satirizar. El relato queda entonces como una pequeña travesura sin importancia, como la habitual e inofensiva salida de tono de la oveja negra de una familia pudiente en un almuerzo con invitados.