Crónicas de la ciudad
La inteligencia, al servicio del Parque del Norte
Salvo la desganada parte planificada por la Junta, el Parque del Norte ha mejorado con creces gracias al exitoso acuerdo entre los vecinos y el Ayuntamiento
Asegura hoy en este periódico un conocido médico malagueño, muy popular en las redes sociales, que un signo evidente de inteligencia es cambiar de opinión.
En este sentido, esperanzador e inteligente ha sido el reciente cambio de tercio de la Junta de Andalucía, al suspender temporalmente el acientífico proyecto para los regadíos del entorno de Doñana y también la decisión en su día de nuestro Ayuntamiento de abrirse a cambios en el diseño del Parque del Norte.
El antiguo cauce del arroyo del Cuarto tiene como vecino el barrio de Nueva Málaga, con la suerte de contar desde hace casi medio siglo con una de las asociaciones de vecinos más activas de la ciudad.
Fueron los vecinos los que demandaron un cambio del parque, por la incomodidad que suponía pasear por él. Se eliminaron los parterres en alto como en los programas televisivos de reformas se echan abajo los tabiques y el resultado es una zona verde más amplia, presidida en el arranque de la avenida de Carlos Haya por uno de los parques infantiles más fastuosos de la ciudad y con una gran pérgola que, esta sí, pese a carecer de plantas tamiza el sol con efectividad por sus rejillas metálicas.
La inteligente asunción de las propuestas vecinales por parte del Consistorio ha llenado de vida el Parque del Norte, mucho más disfrutable para todos.
Una vez salimos del recinto del parque, por cierto, hay un muro poco antes del campo de fútbol que merecería una limpieza a fondo, pues luce una colección de pintadas sobrecogedoras que evidencian escasez de inteligencia.
La segunda fase de esta zona verde, la que llevó a cabo la Junta de Andalucía en la etapa socialista fue mucho más tosca, salvo en la ladera más próxima a la calle Ciprés de la Sultana. Ciertamente no ganará ningún premio por el diseño botánico, pues en su mayoría es una extensión de ficus en busca de sombra, así que por lo menos es eficaz.
Hay sin embargo una parte, la más cercana al (estupendo) Skate Park en la que la desgana administrativa se palpa. En esas alturas impera el solano. En mitad de un terrizo desangelado hay unos aparatos de gimnasia poco aconsejables durante al menos, la mitad del año, salvo para los prisioneros del puente sobre el río Kwai, por el riesgo de insolación y luego viene una colección de chorisias o ceibas que parecen no levantar el vuelo en tan áridas alturas.
A lo mejor, algún día, los vecinos y el Ayuntamiento se sientan para mejorar el tramo final de este cauce verde. Nadie duda de que el resultado final merecerá la pena.
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