Opinión | La libreta del Duque de Chantada

Mel Otero

Los 12 trabajos de Katsikaris

Katsikaris, durante un encuentro

Katsikaris, durante un encuentro / BCL

Según la mitología griega Heracles (Hércules en la mitología romana) era el más fuerte y célebre de todos los héroes clásicos. Hijo de Zeus y la mortal Alcmena estaba destinado a ser rey. La mujer de Zeus, Hera, le provocó un ataque de locura que llevó a Heracles a cometer actos terribles. Cuando recuperó la cordura acudió al Oráculo de Delfos en busca de perdón y como penitencia le encargo 12 trabajos que debían ser elegidos por su mayor enemigo, Euristeo. Unas tareas sólo al alcance de los dioses pero que Heracles superó. Su historia ha dado lugar a múltiples libros, películas o cómics y en la sabiduría popular cuando se habla de los trabajos de Hércules se habla de una tarea muy difícil, casi imposible.

Fotis Katsikaris llegó al equipo para reconducir la situación de un equipo que no tenía continuidad. Que alternaba grandes momentos con grandes apagones, que tenía unos jugadores buenos o muy buenos pero que no acababan de jugar como un equipo y ganar partidos, para dar consistencia a un grupo y poder competir por cosas como la Eurocup o la BCL y estar sin agobios en la Copa o en el play off de la ACB. Unos objetivos que no parecen muy ambiciosos si vemos la historia del club, su presupuesto y también su plantilla. El problema es que el tiempo va pasando y el equipo parece que no acaba de salir de esa dinámica que le costó el puesto a Luis Casimiro.

Muchos ven brotes verdes con la clasificación para el Top 8 de la BCL y las últimas victorias en ACB -más la derrota esperable ante el Real Madrid- pero la realidad es otra y los deberes son muchos. Además es mejor abordar estas cuestiones con el equipo ganando que en racha de derrotas. El equipo ha jugado 8 partidos en la ACB con equipos que juegan en Europa (Euroliga, Eurocup o BCL) y ha perdido 7. Sólo ha ganado al Burgos dos días antes de que echaran a su entrenador. Por delante 4 partidos que hay que ganar para estar en la Copa de Granada ante Joventut, Bilbao, Zaragoza y Valencia. Sólo un cambio drástico de lo que hemos vivido hasta ahora nos llevaría a una fase final que era uno de los objetivos principales de la temporada.

Katsikaris también debe encontrar soluciones a algunos problemas individuales muy importantes para el desarrollo de la plantilla. Los dos primeros tienen nombre y apellidos: Jonathan Barreiro y Yannick Nzosa. El gallego es una sombra del jugador que es. Está perdido, falto de confianza y debería ser una preocupación principal para el cuadro técnico. Su aportación es fundamental si el equipo quiere crecer. La calidad le sobra y en las últimas temporadas ha demostrado ser uno de los jugadores nacionales más valiosos de la competición. Su posición en el «3» y su versatilidad le hacen un jugador diferente. En Málaga su presencia en ataque ha desaparecido y, desde fuera, da la sensación de no saber cuál es su rol en el equipo. Si este problema está en su cabeza es solucionable, si está en el banquillo es más difícil. Varias semanas ha estado entrenando de «3» para luego jugar los partidos de «4», y viceversa. Así es difícil, sobre todo cuando estás ante tu primer año en el equipo.

Nzosa tiene 17 años, con todo lo que eso significa. Es cierto que soporta demasiada presión y los focos americanos deslumbran mucho. Su temporada pasada fue muy buena hasta la lesión. Ahora ya todos le conocen y ha perdido el factor sorpresa. Pero lo cierto es que parece perdido en una rotación que no entiende. Nzosa no está para jugar 30 minutos por noche, ni debe, es un jugador en formación, pero debe recibir más confianza. No es fácil trabajar con estas situaciones, ni para el jugador ni para el entrenador, pero hay que recuperarlo para poder crecer todos.

Más allá de los problemas con Norris Cole, que ya desveló Juanma Rodríguez en este periódico, la rotación exterior tiene que explorar más posibilidades y buscar la forma de que Jaime y Darío puedan compartir más minutos en cancha como doble amenaza para el ataque cajista. Como decía Juan Carlos Bonilla en su imprescindible columna del martes: «Este plantel tiene jugadores que son capitales, pero cuyos defectos provocan que se conviertan en tóxicos para el juego del equipo, sobre todo, porque casi tan importante como sacar lo mejor de los jugadores importantes, es encontrar la forma para que los defectos no terminen arrastrando al fondo al resto». No podría estar más de acuerdo. Suerte... y poneos la mascarilla que vienen tiempos duros y salvan vidas.