Opinión | Notas de domingo

Toque de corneta

Foro 'Futuribles' organizado el jueves por La Opinión de Málaga y Prensa Ibérica.

Foro 'Futuribles' organizado el jueves por La Opinión de Málaga y Prensa Ibérica. / Álex Zea

Lunes. «Toco la corneta en Astorga desde los dieciséis años», dice una señora en First Dates. Mi hijo quiere ver Futbolísimos, agarra el mando y pasa a Netflix. Me quedo entonces con la incógnita. Con la frase colgada. Y yo cavilando. Astorga. Corneta. Vaya usted a saber. Luego, cenando, y más tarde acostado, en vela, pienso en la vida de la señora, en sus comienzos, en por qué la corneta. Si Astorga tiene una buena escuela de corneta o si es que ella es de Astorga. La primera vez que estuve en Astorga me comí un cocido maragato (primero la carne y luego la sopa) en un restaurante muy afamado de la zona. Luego seguí la ruta, con dos amigos, camino de Galicia. La cosa acabó diez días después en las fiestas de Villajoyosa, Alicante, viendo de amanecida, todo el mundo mareado, el desembarco de moros y cristianos. Creo que luego fuimos a Granada donde abandonamos el coche, nuestro plan para conquistar el mundo, un casette de los Rolling y a dos muchachas de Valladolid. Todo el mundo tiene una historia. Lo que todo el mundo no tiene es una corneta. «Toco la corneta en Astorga desde los dieciséis años» podría ser el inicio de una novela autobiográfica. También vale Guadix y flauta travesera. O bandurria en Lekeitio.

Martes. ’Volver a dónde’, de Muñoz Molina. «Leer y escribir apartado de todo».

Miércoles. Qué estaría haciendo hace 24 horas el pulpo que me estoy comiendo. Tal vez fuera un padre de familia o una adolescente pulpo con ganas de independizarse. Albergo cierto sentimiento de ‘pulpabilidad’.

Jueves. De qué manera ha cambiado la palabra evento. Antes, un evento era que alguien invadiera Polonia o que se descubriera la penicilina. Ahora en mi programa de mano de las jornadas a las que asisto pone evento. A la entrada hay un fotocall o como se llame y más para dar sensación de dinamismo que por otra cosa me acerco. Y eso que en las fotos de estos saraos (¿término devaluado o ascendido?) salgo siempre, digamos, no todo lo esbelto que querría. Llega el acalde De la Torre, que ha debido darle ya la mano en todos estos años dos veces a cada habitante de esta ciudad. Llega Daniel Pérez, portavoz socialista, con el que me sientan. Me enseña un vídeo de su hija Daniela, preciosa, mientras Felipe Romera, director del PTA, no para de escribir en una servilleta. Este hombre lo mismo puede estar consignando una máxima filosófica de su autoría que una fórmula magistral que un contrato para una start up. El aspecto de sabio despistado se le está trasmutando en el de catedrático emérito. En las mesas hay café y bollos. En el estrado se habla de innovación y Pérez me dice lo que para él sería la verdadera innovación en Málaga. «Off the record, eh»? Más tarde llega mi turno de moderar una mesa, cuando lo que querría es exacerbarla. El gran gurú, el star de los ingenieros, Bernardo Quintero, («No habrá en toda Andalucía capacidad para generar todos los ingenieros que vamos a necesitar en Málaga») hace las delicias de la concurrencia cuando cuenta que un funcionario le denegó una subvención y que fue entonces cuando acudió a Google. Y ahí está el tío.

Viernes. Plató. El doctor López Trigo me da, en una pausa, su receta ideal para un vermú. Luego hay un pequeño debate acerca del acompañamiento. El doctor se confiesa patatero pero no desdeña las aceitunas. Me acuerdo mucho de tantos sitios en Madrid donde ponen una patata frita y encima un mejillón en escabeche. En la tertulia se habla de la posible comparecencia de Barbara Rey en el Senado. Mi aportación: luego dicen que el Senado no vale para nada. Y: si yo fuera Bárbara Rey iría, lo único que puede pasar es que aumente su caché. Amaya me dice que lamenta mucho que Iñaki Anasagasti no sea ya senador y esté en esa posible comparecencia.