Opinión | Málaga de un vistazo

Sol y sombra

Bomberos, en el incendio forestal de Pujerra

Bomberos, en el incendio forestal de Pujerra / Álex Zea - Europa Press

Ya ha vuelto el verano de siempre, con aglomeraciones, sin restricciones, con su calor insoportable por las noches y los mosquitos repelentes y sedientos esperando a que quieras dormirte para acercarse al oído y amenazarte. También nos trae el verano los tristes incendios que apagan todo lo que encienden y extinguen terrenos volviéndolo todo ceniza a su paso. 4.800 hectáreas arrasadas en el incendio de Sierra Bermeja, sin ir más lejos, 20 días ardiendo, 7 municipios en jaque, 2.000 vecinos desalojados. Es difícil a veces decir cómo empieza el fuego, pero que acaba muy mal siempre se sabe, los heroicos bomberos sólo evitan que todo sea mucho peor, pero nunca el desastre.

También se pueden enumerar las cosas buenas que nos traen estas fechas, como son los días más largos, las noches más alegres, los amores furtivos, intensos, pasajeros, las playas que nos abren sus puertas para interactuar un poco más con la naturaleza que tan fácil nos desconecta de todo lo que nos ata al día a día; las jornadas intensivas -con suerte-, los primeros trabajos -a veces-, las vacaciones -casi siempre- y para los más pequeños, jóvenes y adolescentes todo el tiempo del mundo para ellos, todo el mundo sin tiempo, todo el tiempo en su mundo.

Como todo en la vida, uno se puede fijar en lo bueno o en lo malo, sabiendo que si sólo te fijas en lo primero puede empeorar lo segundo sin que ni te des cuenta y te arrase y que si haces caso sólo a lo segundo lo primero pasará por delante sin que puedas disfrutarlo.

En el equilibrio siempre está la respuesta, lo complicado es mantenerlo un largo trecho, no sé si es posible ser feliz y consciente a la vez, pero habrá que intentarlo, porque uno nunca sabe lo bueno o malo que va a ser ningún verano, ni mucho menos cuántos le quedan.

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