Opinión | Ver, oír y gritar

Cinismo y sandeces como actitud

Atrás ha quedado el 8M con las reivindicaciones de los derechos de la mujer. Históricamente, las mujeres luchadoras han contribuido a que el actual movimiento por la igualdad goce de buena salud. Y que dure. A ello no contribuyen algunas, sino todo lo contrario. La presidenta de la Comunidad de Madrid (por llamarla de alguna forma) no podía desaprovechar su momento de gloria y ha vuelto a ejercer el personaje que interpreta según el correspondiente guion. Porque Díaz Ayuso sí tiene quien le escriba y ella lo asume diciendo sandeces. Es el papel que su partido le ha otorgado desde el principio mientras dé votos, y a eso se dedica con su cogorza de bebedora de cañas. La cuestión es chupar foco y dejarse oír aunque sea para mal. Siempre va a encontrar algún admirador, de su club de hinchas, que le aplauda la gracia que tiene su megalomanía.

Los abusos del patriarcado deben de parecerle formidable. El rancio feminismo de Ayuso consiste en menospreciar a toda mujer que rechace cualquier violación de sus derechos y defienda la justicia social. Naufraga en el fango y pretende seguir saliendo victoriosa. Incluso le hacen pasar por la calenturienta actitud de echar de menos un día dedicado al hombre como si fuese preciso tomar más cucharadas de la misma sopa. El ridículo nacional e internacional de esta persona es patético. Es la triste misión política que tiene entre manos esta diva. Y nadie de quienes están detrás parece dispuesto al propósito de enmienda. No. Es mejor continuar con los bulos y disparates dirigidos a lo que se mueve en otra dirección más sensata. El patrioterismo y la memez son algunos de los ingredientes que se cuecen en la pesadillesca cocina de Díaz Ayuso.

Esto no es una conducta solo individual, ya que su partido no se apea del tremendismo y de la virulencia como manera de subsistir. Ahí está Feijóo hablando de «urgencia nacional» y de que este Gobierno va a caer por sus mentiras. Veremos quién cae antes. Según dice el viejo refrán, «piensa el ladrón que todos son de su condición». Pues eso. Idéntica postura han tenido siempre que ellos no gobiernan España. Ahora le toca seguir recibiendo puntapiés a Sánchez con la excusa de la ley de amnistía o el caso Koldo. El líder gallego organiza un gobierno fantasma, un infantiloide escaparate con sus barones.

Esa ley, ajustada a los estándares de Europa, es la clave de momento, en aras de la reconciliación. Feijóo estudió la amnistía, tras reunirse con Junts, y se abrió a indultar a Puigdemont. El cinismo popular no tiene límites y continúa generando polvo y voces callejeras. La legislatura tiene casi todas las garantías de llegar a puerto, y la esperanza del PP se convertirá en desesperanza a medida que pasen las semanas y el Ejecutivo de coalición, con Yolanda Díaz, continúe en favor de una sociedad más justa. Una democracia económica y ecosocial. Paz y progreso. La cara opuesta de la oposición.

Pese a los cambios de guion que muchas veces se presentan, ahora hay indicios palpables para aprobar los presupuestos de este año y de los dos siguientes. La pequeña depresión de Pedro Sánchez se va diluyendo, aunque los fuegos artificiales sigan. Toca mirar hacia delante. El independentismo no cambiará, si bien ha firmado, por si no lo saben, que asume la Constitución y el Estado de derecho en beneficio del pragmatismo y de la política institucional, cosa que las derechas ponen cada día en tela de juicio. El PP, sin que echemos la vista más al pasado, miente y maneja sus discursos de odio desde el 11M de 2004. Vean otro refrán: «La verdad, permanece, la mentira, perece». O aquello de «repite una mentira con suficiente frecuencia y se convierte en verdad».

El esperpento europeo de la derecha es antológico. Da lástima el papel que hace en cualquier ocasión. Aquí o allí. Las altisonancias populares se apuntan a todo con tal de atacar al «malvado» Sánchez. Desesperadamente asocian la amnistía con la corrupción, y cuando Feijóo lanza el bumerán, vuelve y le golpea. La ofensiva política y mediática intentará salirse con la suya, sí. Sin embargo, irá perdiendo gasolina por el camino. Y el presidente del Gobierno seguirá recuperando oxígeno si las cosas no se tuercen mucho. La oposición a la ley de amnistía tendrá batalla en la judicatura a pesar del blindaje planteado. Así que frenar su aplicación por parte de algunos activistas judiciales es la consigna. Es previsible una larga disputa en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Es decir, la pelea no ha hecho más que comenzar en el cuadrilátero.

Suscríbete para seguir leyendo