Opinión | 725 PALABRAS

Enneciarse

Ser o no ser necio a veces es el resultado de determinadas patologías heredadas y, a veces, quizá la mayoría de ellas, es la simple consecuencia de morar en universos específicos en los que no cabe la posibilidad de avanzar por la propia estructura social del universo en cuestión. Sin riesgo a equivocarme, puedo afirmar que en los tiempos que corren, a la velocidad a la que sucede la vida, todos somos necios en algún sentido. Y, en este caso, lo verdaderamente patológico sería la consecuencia de no tener plena consciencia de ello.

A veces, algunas carencias, psicológicas o no, nos llevan a incorporarnos al grupo de los necios por pura inercia, otras no, otras son la simple y llana representación de la realidad del pequeño universo en el que vivimos. De hecho, esto que acabo de afirmar tiene todo que ver con los pequeños pueblos de nuestra geografía de hace ochenta años en los que ser ceporro, ignorante, palurdo, zote... formaba parte de la propia idiosincrasia del lugar mantenida a lo largo de los tiempos.

Respecto del fondo de lo que pretendo expresar, resulta que algunos verbos pronominales gozan de un poderoso añadido frente a los verbos que no lo son. Me refiero a la potencialidad de acción que tienen los sujetos que los asisten. Así, por ejemplo, el verbo que sirve de título a la presente columna, para manifestarse exige la acción del sujeto, es decir, yo actúo para enneciarme, lo que conlleva que desde algún punto de vista, cada vez seré más necio, más profesionalmente necio.

Baste hacer un pequeño ejercicio de conjugación para comprender a lo que me refiero:

Yo me ennecio, nosotros nos enneciaríamos, vosotros os habéis enneciado, ellos se enneciarán son formas verbales que demuestran la necesaria participación del sujeto para que el significado de su infinitivo se verifique. Dicho de otra manera, para enneciarme mi participación es exigible, porque sólo yo tengo la verdadera capacidad de hacerlo. Mucha afición haría falta para que cualquier agente externo nos volviera necios sin nuestro permiso, pero ocurrir ocurre, léanse entre líneas, si no, los logros del personaje de moda en los últimos días. Me refiero al personaje creado por don Javier Gerardo Milei, presidente de la Nación Argentina atendiendo a lo más íntimo de sus mejores entendederas, supongo.

Obsérvese que el presidente de la hermana Argentina es un personaje creado por una persona, una persona que, como todas, nació sin nombre. Fueron papá y mamá los que, sin pedirle permiso, como todos los papis y mamis del mundo, le pusieron nombre para registrarlo oficialmente como individuo. Ahora, llegado a la más alta instancia de la Casa Rosada bonaerense, él ha elegido ser el personaje que representa ser el rey de la selva, de la suya, de su selva.

-«Hola a todos, yo soy el león, rugió la bestia en medio de la avenida» - le cantó a su entregado auditorio expectante.

Los hechos tuvieron lugar en el transcurso del evento denominado Europa Viva 24, ante un auditorio multitudinario convocado por Vox en el Palacio Vistalegre de Madrid durante el pasado fin de semana. El arranque roquero de don Javier, que lo hubo, sobrevino usando como herramienta una parte bien escogida de la letra de un tema musical de La Renga, un afamado grupo del rock duro argentino.

Acudiendo al indispensable marketing político, que haberlo haylo para todos los gustos, creo que el presidente Milei erró el tiro en esta ocasión, a pesar del revuelo humeante que sigue exhalando el cañón de su metafórica arma dialéctica. Alguien lo asesoró mal, si es que el presidente Milei admite consejos en su andadura de plenipotencia política, cosa que no se me antoja del todo evidente, porque para enneciarse también es presumible que todos los fieros leones se basten y se sobren ellos solitos, sin consejeros inútiles.

Una atenta mirada a su intervención a la que aludo más arriba le revelará, amable leyente, que los gestos expresamente retadores, que la retórica cacofónica, que las intencionales inflexiones de buen gusto ausente y que la vehemente mirada del presidente Milei no tuvieron nada que ver con el noble león que voceó sino que se aproximaron infinita y tristemente más a Chuky, el muñeco diabólico, cobrando vida para organizar su entorno de manera más diabólica que la de todos los leones del planeta, por más que rujan los animalitos.