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La Opinión de Málaga: calidad, verdad y servicio

La Opinión de Málaga ha logrado mantenerse relevante y accesible en un mundo donde la inmediatez de la información muchas veces sacrifica la profundidad y el análisis crítico

La gala de los 25 años de La Opinión de Málaga, en imágenes

La gala de los 25 años de La Opinión de Málaga, en imágenes

Emoción y satisfacción -como el Rey- el 25 aniversario de La Opinión de Málaga, un periódico que ha sabido ganarse un lugar imprescindible en las herramientas mentales y realidades diarias de los malagueños. Este cuarto de siglo no solo representa años de información, sino una sólida trayectoria de compromiso con la verdad, la calidad periodística y el servicio a la ciudad.

Hace más de una década, tuve el privilegio de unirme -de manera externa- a este equipo extraordinario como columnista de opinión. Desde entonces, cada palabra que he plasmado en estas páginas ha sido un reflejo de la confianza y la libertad que La Opinión de Málaga ha depositado -sin ningún tipo de sentido- en mi persona. En este aniversario tan especial, es justo rendir homenaje a aquellos que han hecho posible esta travesía.

Primero, quiero expresar mi más profundo agradecimiento a los valientes directores que han guiado el rumbo del periódico a lo largo de estos años. Desde Joaquín Marín, pasando por Juande Mellado y Tomás Mayoral y llegando hasta José Ramón Mendaza. Bajo sus gobiernos, el periódico no solo ha consolidado su posición, sino que también ha sabido enfrentar con dignidad y fortaleza los desafíos que sacuden al mundo del periodismo. Esta profesión es un follón que nadie entiende pero que sigue ganando adeptos. Es jugársela, en muchos sentidos, y por tanto es de bien nacido agradecerles a todos ellos que se dediquen a algo así.

Los que han traído este periódico hasta aquí han sido y son unos visionarios que entienden a la perfección la esencia del periodismo local en un mundo globalizado. Su capacidad para combinar la rigurosidad informativa con una sensibilidad especial hacia los temas que realmente importan a los malagueños, ha permitido que La Opinión de Málaga destaque en un panorama mediático cada vez más competitivo y complicado.

Gracias a esta gente, aprendimos a navegar las aguas turbulentas de la crisis económica y los cambios tecnológicos, manteniendo siempre la brújula fija en la ética y el compromiso con la verdad.

En momentos donde la integridad y la veracidad del periodismo son puestas a prueba, el equipo de La Opinión de Málaga ha demostrado ser un baluarte de resistencia. Las crisis económicas, la irrupción de las nuevas tecnologías y la competencia feroz no han sido obstáculos suficientes para desviar su compromiso con la verdad y la ética profesional. Cada miembro de esa redacción ha jugado un papel esencial en mantener la llama de un periodismo de calidad.

La adaptación a la era digital ha sido uno de los grandes desafíos que hemos enfrentado. En este sentido, el periódico ha sabido evolucionar sin perder su esencia. La transformación digital ha sido posible gracias al esfuerzo conjunto de un equipo dispuesto a aprender y a innovar, sin dejar de lado los principios que nos definen -Y Javier Lerena es un extraordinario ejemplo de ello-.

La Opinión de Málaga ha logrado mantenerse relevante y accesible en un mundo donde la inmediatez de la información muchas veces sacrifica la profundidad y el análisis crítico. Pero ahí están ellos. Como cabecera fiel de todos, echándole pantalones a la vida y saltando al ring sin miedo frente a mastodontes que supuestamente te deberían comer la tostada en dos segundos pero que después no lo consiguen.

la opinión en málaga: calidad, verdad y servicio

Viñeta de Summers / L. O.

Un reconocimiento especial merece Víctor Aguilar, nuestro jefe de cultura. Su comprensión, paciencia y apoyo han sido fundamentales en mi trayectoria en el periódico. Gracias a su confianza, he tenido la libertad de explorar temas, expresar mis opiniones y confrontar las corrientes predominantes con una voz que, aunque a veces inconformista y fruto de mi juventud algo alborotada, siempre encontró un espacio. Víctor ha sabido comprender la importancia de la diversidad de opiniones y ha fomentado un entorno donde la creatividad y el pensamiento crítico pueden florecer sin restricciones. Gracias por respetarme cuando parecía muy rojo o muy azul. Es decir, siempre.

Es encomiable resaltar que en estos años, jamás he sentido que mi voz fuera silenciada o mis palabras vetadas. Esta libertad editorial, rara en los tiempos que corren, es un testimonio del compromiso de La Opinión de Málaga con el derecho a la libre expresión y la pluralidad de ideas. Mis columnas, a veces incómodas y otras provocadoras, siempre encontraron un hogar aquí, gracias a un equipo que valora y respeta la diversidad de pensamiento -incluso cuando Lerena raja porque no le gusta lo que escribo-.

Cada artículo que he escrito ha sido una oportunidad para conectarme con los lectores, para compartir mis reflexiones, inquietudes, chalaúras y esperanzas. La Opinión de Málaga me ha permitido saborear el privilegio de ser un puente entre mi voz y la ciudad siendo yo un chalao perdío, facilitando un diálogo abierto y honesto. Esta interacción constante con los lectores es uno de los aspectos más gratificantes de mi vida y no sería posible sin el respaldo incondicional -y surrealista- del periódico.

Hoy, al celebrar este 25 aniversario, no solo celebramos los logros de un periódico, sino también la resiliencia de un equipo comprometido con la verdad y la justicia. La Opinión de Málaga ha sido y seguirá siendo un faro de luz en el panorama mediático, guiando a sus lectores malaguitas con integridad y compromiso. Por muchos años más de éxitos, de noticias que importan y de voces que inspiran. Feliz aniversario, amigues. Y gracias, desde el fondo de mi corazón, por permitirme ser parte colaborativa de esta familia. Brindemos con Pajarete por otros 25 años de excelencia y dedicación.

Viva Málaga y su opinión hecha periódico.