Un encuentro no tan breve en el Festival de Málaga

Hay subgéneros cinematográficos no clasificados como tales y que me pirran de tal manera que suelo ver fascinado cualquiera de sus ejemplos, hasta pasando por alto sus fallos, sus momentos más bajos, menos interesantes. A mí me plantan delante de una película en la que dos personajes, en mitad de la noche, deambulan por una ciudad solitaria y silenciosa hablando de sus cosas y ya soy feliz.

Así que estas líneas a propósito de 'Tregua(s)', una película en la que lo descrito compone buena parte de su metraje, quizás ni siquiera resulten orientativas, justas o razonables. A mí, insisto, ganado desde el mismo comienzo, el largometraje de Mario Hernández sobre una pareja clandestina que se cita cada edición del Festival de Málaga para renovar sus votos extramatrimoniales me parece que sabe aprehender la emoción y ternura de dos personas que se enamoran una vez cada doce meses pero también el miedo y la culpa de esa pareja que, en realidad, no lo es porque hay otras dos personas existiendo en la realidad oficial, la paralela.

Hernández sabe componer los gestos de complicidad de estos novios interruptus y, muy especialmente, consigue situar la particular relación en los pocos escenarios en que se desarrolla su breve encuentro anual (una habitación del AC Málaga Palacio, la barra de un bar, la calle Císter y la terraza del citado hotel), realizando con inteligencia, paciencia, sin prisa, el tránsito del rendezvous sexual con que comienza hacia la melancólica conclusión. Ayuda, mucho, la química entre Salva Reina y Bruna Cusí, que configuran sus personajes desde los detalles y la empatía.