Crítica

Cinismo o sentimentalismo

Reseña de 'Pájaros', de Pau Durá, con Javier Gutiérrez y Luis Zahera, en la Sección Oficial del Festival de Málaga

Luis Zahera y Javier Gutiérrez, en un momento de 'Pájaros'

Luis Zahera y Javier Gutiérrez, en un momento de 'Pájaros' / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

PÁJAROS

  • Dirección: Pau Durá
  • Guión: Pau Durà, Ana M. Peiró
  • Reparto: Luis Zahera, Javier Gutiérrez, Teresa Saponangelo

Vamos con la buena noticia: 'Pájaro's es, sin duda, la mejor película de Pau Durá. Pero hay una mala noticia: eso no significa que sea una buena película. No cabe duda de que el realizador y guionista catalán es un hombre ambicioso: debutó con 'Formentera Lady', que alcanzaba momentos de calidez emotiva pero que naufragaba la mayor parte del metraje al contagiarse de la deriva de su protagonista (incorporado por José Sacristán); después escribió, dirigió e interpretó 'Toscana', un supuesto divertimento absurdo de humor blanco, desachispado y con unas ganas de agradar que al final resultaban deprimentes. Ahora nos trae una road movie que circula entre Valencia, Italia y Rumanía para mostrarnos a dos perdedores a la deriva.

"Pues eso es la vida: esta colección de momentos extraordinariamente ordinarios. Sólo tenemos que prestarles atención a todos. Despierta y presta atención a lo hermoso que es todo". Lo dijo Alexander Payne, el director de la estupenda 'The holdovers', y me da que Durá se tatuaría la frase. 'Pájaros' va precisamente de eso: sabe encontrar muy pronto su tono, esa gama agridulce tan agradecida a la hora de describir los tomas y dacas de la vida y en su mirada, franca y abierta, encuentra momentos, instantes y los sabe transmitir. 

Ayudan al realizador los impepinables Javier Gutiérrez, imbatible en su registro de perdedor gañancillo y vitalista, y Luis Zahera, que abandona el traje de tipo duro para componer a su opuesto, un señor arrollado por la vida; ambos, espléndidos, contribuyen decisivamente al dibujo rápido de los personajes y a que nos interesen sus peripecias. El problema es que en 'Pájaros' no se va más allá, y vuelve esa frustrante sensación presente en 'Formentera Lady' de que al director se le escapan sus criaturas y éstas toman el control y, como no saben contarse a sí mismas, todo termina descarrilándose.

Reproduje antes la frase de Payne no de manera caprichosa: 'Pájaros' bebe directamente de las road movies del norteamericano, protagonizadas por hombres en sus crepúsculos y fracasos en busca de sentido final a sus existencias mundanas; especialmente hay mucho de 'Entre copas' aquí. Las similitudes resultan más bien formales, porque Durá es más abiertamente sentimental, más mediterráneo que de Omaha, claro, y su acercamiento a los personajes es menos severo y sarcástico, es... blando. Sí, blando, no hay rugosidades ni asperezas, no hay mordiente, todo es agradable pero inofensivo. Y aquí había material para algo más, Pau. Por cierto, hace tiempo le leí al director yanqui una cita que entendí pero que no acabe de compartir del todo: "Creo que el cinismo perdura. El sentimentalismo envejece, data rápidamente". 'Pájaros' ha hecho que la comprenda.