Crónicas de la ciudad

El recinto musical Eduardo Ocón cede el protagonismo

La peatonalización de la plaza de la Constitución ha restado mucho protagonismo al auditorio del Parque, refugio nocturno de personas sin techo

El recinto musical Eduardo Ocón, ayer a primera hora de la mañana

El recinto musical Eduardo Ocón, ayer a primera hora de la mañana / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Quizás por su emplazamiento en el calendario en el invernal e impredecible mes de enero, el día de San Ildefonso (23 enero) -el santo español de quienes se llaman Ildefonso, Alonso o Alfonso- tiene tendencia al ‘calino climático’. Si lo recuerdan, fue un día de San Ildefonso de 2020 cuando cayó la tromba y el granizo que tiñó de blanco el Parque y algunos puntos de Málaga, especialmente El Limonar.

Un poco más lejos en el tiempo un temporal la noche del 23 al 24 de enero de 1963 causó el desplome o pérdida de casi 250 árboles y de ellos, más de un centenar en el Parque, la mayoría arrancados de cuajo.

La paradoja es que, poco antes, el Consistorio había hecho lo propio para dejar sitio al recinto musical Eduardo Ocón, un auditorio al aire libre en mitad del Parque que fue muy bien recibido, por su necesidad, sin lamentar tanto las pérdidas botánicas.  

Con el tiempo, y especialmente con la llegada de este siglo, el recinto musical que homenajea al compositor malagueño ha ido perdiendo protagonismo y en nuestros días se encuentra infrautilizado. El trasvase de actos al Centro de Málaga comenzó a producirse con la acertada peatonalización de calle Larios y la plaza de la Constitución.

Como sabrán, raro es ya el mes en el que no se monta una tarima para los actos más variados en la plaza por excelencia de Málaga, lo que ha dejado el auditorio de Eduardo Ocón compuesto y casi sin novio, es decir con actuaciones bastante esporádicas y menos mal que disfrutamos de la Banda Municipal.

Es ley de vida porque a su vez los barrios han ido adquiriendo  sus propios auditorios, mientras que otros como Huelin o Nueva Málaga esperan algún día tener el suyo.

El busto de Ocón, con el auditorio detrás, que ayer acogía varias personas que pasaron la noche.

El busto de Ocón, con el auditorio detrás, que ayer acogía varias personas que pasaron la noche. / A.V.

Los auditorios, en cualquier caso los carga el diablo. El del Puerto de la Torre, por ejemplo, de vez en cuando, con los primeros rayos de sol amanece con el suelo tapizado de cristales botelloneros y en Monte Dorado, los vecinos se encontraron durante mucho tiempo con un espacio vandalizado.

Si para algo sirve de forma constante el recinto musical Eduardo Ocón, con sus modernos aires del pasado y las preciosas gaviotas esculpidas por Jaime Pimentel, es para acoger durante muchas noches a indigentes que se arrebujan en el escenario en sus sacos de dormir. 

Por cierto que la tierra compactada que lo rodea continúa siendo una trampa para incautos, porque es la misma birria cuajada de hoyos que encontramos en la Travesía del Pintor Nogales. Así que si acuden al Eduardo Ocón, precaución.

Y más el día de San Ildefonso.

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