Crónicas de la ciudad

La lucha contra el cambio climático en El Molinillo

Los vecinos de la calle Gravina han desplegado en este rincón del barrio un espectacular ejército de plantas

La calle Gravina, a finales de septiembre.

La calle Gravina, a finales de septiembre. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Hace unos días Carles Puigdemont -según la ciencia ficción el 130º presidente de la Generalitat, aunque en realidad es el noveno- volvía a aludir desde su casoplón belga a la ‘derrota de 1714’ como germen de todos los males para Cataluña

Mezclar una guerra dinástica de inicios del XVIII con un movimiento que en Cataluña nació a finales del XIX es un clásico de su  pensamiento científico. A fin de cuentas, los nacionalistas de cualquier pelaje son tan fiables en el conocimiento de la Historia como un terraplanista de Astronomía

El siglo XXI ya es el siglo de los bulos, así que ojo también con quienes dudan de que lo que le pasa al pantano de la Viñuela o a quienes este año han ido a la playa en marzo es sólo un ciclo de calores sin más y no un cambio del clima. 

Por suerte, en la trama urbana más veterana de Málaga hace décadas que los vecinos hacen oídos sordos a quienes aseguran que el aumento de las temperaturas es flor de un día y que todo volverá a su cauce, sin necesidad de jubilar los combustibles fósiles. 

En esta sección han desfilado en numerosas ocasiones pequeños rincones llenos de plantas, como forma de combatir el calor, regalar belleza y aumentar la ratio de zonas verdes en lugares donde no es posible. 

Esto se cumple a la perfección en la pequeña calle Gravina, en El Molinillo, en concreto en el tramo desde Duque de Rivas a calle Salamanca

Como curiosidad, el dedicar el nombre de la calle al famoso marino español lo aprobó el Ayuntamiento algo menos de un mes antes del nacimiento de Picasso: el 29 de septiembre de 1881.  

El tramo en cuestión es estrecho y corto, con casas mata a los lados y los vecinos lo han atiborrado de plantas delante de sus viviendas, con un tiesto central a la entrada por Duque de Rivas que funciona de ‘detente coche’ para reiterar el carácter de paseíto peatonal de la vía.

Lo llamativo es que los tiestos escoltan todo el paseo en una perfecta formación y las plantas lucen muy cuidadas. Al final de la calle, en la esquina con calle Salamanca, se encuentra la que parece una de las viviendas más veteranas, con un remate superior con piñas que le dan un sabor a otra época. En resumen, una forma tradicional de combatir el cambio climático. 

Una de las casas más veteranas.

Una de las casas más veteranas. / A.V.

El resumen

En la avenida de Lope de Vega un grafitero ha realizado una descripción bastante parca y desalentadora de la existencia, en líneas generales mucho más positiva que los tres verbos que emplea: «Nace: sufre y muere». 

La pintada existencialista.

La pintada existencialista. / A.V.

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