Opinión | La señal

Gauche divina y ley mordaza

Valiente sí que es la presidenta de Madrid -tanto que no parece del PP-, Isabel se atrevió a criticar en el acto de su Gobierno por el Día de la Mujer la «revolución feminista» que, en su opinión, «sustituyó» al feminismo originario y «orquestó el ataque al hombre, a la familia, a la madre y a la maternidad». Pues no sé si muchas, pero bastantes mujeres piensan así, aunque no estén a la page de la modernidad escarlata. Después, claro, le investigan al novio, al que debió pedirle la declaración del IRPF antes de cogerse de la manita. Pero otros, de valentía andan escasitos, como Jorge Mario. Ya no sé qué es peor, si su boquita o su cabecita, el caso es que ahora insta a Zelenski a tener «valentía» -él, que no la ha tenido para viajar a Kiev, a donde ha ido hasta el potito- para alzar la «bandera blanca» y negociar el fin de la guerra con Rusia. O sea que le insinúa que pierda territorio o directamente se rinda. Se explica sin ayuda de intérpretes.

El caso de Susana es distinto. Impulsa con otras mujeres socialistas un manifiesto para echar del PSOE a los puteros. El PSOE se manifestó en su congreso de 2021 a favor de la abolición del llamado oficio más antiguo del mundo, pero fue un brindis al sol, como tantos, porque nada se ha hecho, pero me temo que poco (algo sí) se puede hacer si no es para empeorar el asunto. La Segunda República lo intentó en 1935, sin éxito, por supuesto. Habría que ilegalizar también al sindicato OTRAS -Organización de Trabajadoras Sexuales- y eso cómo lo hacemos si los golpistas son legales y Bildu también.

Pero pasan otras cosas, véase el caso de la vallisoletana de 19 años que agredió sexualmente a su novio de 14, quedándose embarazada del mismo. Dos años y nueve meses de cárcel le han caído a la mocita por su asalto al menor. Le regalaría el ‘Ensayo acerca de la dignidad del hombre’, de Pico della Mirandola, le hace falta con urgencia médica.

Pero si te fijas, casi todo viene de atrás, caso de la Ley Orgánica 4/2015, bautizada por la gauche divina y otros compañeros de viaje como ley mordaza, con la que se multa a los agricultores por salir a las carreteras y calles con sus carretas. La represión si es púrpura se llama terapia colectiva, si es de derecha pues ya saben. Lo mismo que en los comercios chinos rige el «todo a cien», aquí el «todo vale». Y surge en la manduca amical la tesitura en la que se encuentran policías y guardias civiles cuando les ordenan cargar contra los hombres del campo, siendo muchos de los uniformados de pueblos de España que viven de la agricultura y la ganadería; sí, las órdenes están para cumplirse, pero «pegarle con la porra a quien puede ser tu padre te parte por dentro», nos dice una mujer del CNP, de paisano siempre. Después los policías y guardias también tienen sus reivindicaciones laborales y han salido a la calle a gritarlas, y frente a ellos están otros compañeros mientras el que está detrás vuela su vuelo. Es cierto que las manis hay que comunicarlas a las subdelegaciones del Gobierno, pero también que las hay amigas (y se mira para otra parte) y no amigas (dejémoslo ahí) y se las castiga. Además, si este es un país en el que no se cumple la ley, como en Cataluña, ¿de qué estamos hablando? Después, el Ministerio de Agricultura desmiente que las fresas marroquíes transmitan la hepatitis A, y es que el Boss está entregadito al Amir al-Muminin. Desde luego, dos más dos no suman veintidós.

Por aquí, más vale que el CNI le prestara atención a Moroccan Ghost y Moroccan Black Cyber Army. Esta última puede ser marroquí o rusa y se activa en ciberataques a redes de movilidad, el último fue el 15 de febrero. Coordinado con Killnet y Anonymus Sudan, y con Team 1956, tomaron como objetivo Egged, empresa estratégica de transporte público israelí. Bueno, ya saben las cosas que nos han pasado por aquí hace veinte años, un 11M. Pablo Neruda, aunque el personaje no me gusta, sí supo decir:

Aún la atmósfera tiembla

con la primera palabra

elaborada

con pánico y gemido.

Salió

de las tinieblas

y hasta ahora no hay trueno

que truene aún con su ferretería

como aquella palabra (…)