Crónicas de la ciudad

Torres de Martiricos, un referente icónico fuera de onda

Con la mayoría de sus pisos con miniterrazas en esta Málaga de clima benigno y en un mundo postpandémico, los invasivos rascacielos de Martiricos ya han nacido anticuados

Las Torres de Martiricos desde la plaza del Patrocinio, a finales de febrero.

Las Torres de Martiricos desde la plaza del Patrocinio, a finales de febrero. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Algún día, si es que no se ha hecho ya, los expertos en la materia analizarán el paulatino proceso de empobrecimiento del lenguaje político español, eso que algunos con chanza llaman el ‘politiqués’, que en un par de siglos ha pasado de una suerte de Edad de Oro al Neolítico que su expresión hablada presenta en nuestros días.

El que el perfil del político español medio sea una persona criada desde la adolescencia en el partido, sin experiencia laboral fuera de él y el que más de uno haya compaginado el ejercicio ‘ad infinitum’ de cargos públicos con fugaces carreras universitarias - y a veces con ‘dopaje’ del exterior a la hora de presentar algún trabajillo- quizás explique este imparable desmoronamiento verbal y la sucesiva caída, con todo el equipo, en la inmensa charca de los lugares comunes, amén de la parquedad expresiva, no así expositiva pues hablar siguen hablando un rato.

El problema podemos verlo en todos los órdenes. Quizás esto explique también que, ante la gran oposición ciudadana por la llegada de algunos rascacielos mal emplazados en Málaga, su batería verbal se haya limitado a defenderlos tildándolos de «icono», «hito» y «referente». Ni Castelar.

Pues bien, mientras la mayoría de los malagueños aguardamos con resquemor la irrupción en la Bahía de la invasiva torre catarí del Señor de los Anillos, dos de esos «iconos» y «referentes» defendidos con denuedo por nuestros representantes públicos, lejos de haber traído aires modernos a Málaga acaban de nacer y ya son 'viejunos'.

Porque lo llamativo de las Torres de Martiricos no es, por supuesto, que tengan un diseño precisamente rompedor sino el que en el 2023 pospandémico y en una ciudad costera y de clima benigno como Málaga, la inmensa mayoría de sus pisos lucen unas terrazas minúsculas.

Autorizado este atentado paisajístico por nuestro acomplejadísimo y provinciano Ayuntamiento, cada uno es libre de diseñar como quiera, pero esta llamativa escasez demuestra que los rascacielos no son buenos ‘per se’, ni mucho menos nos tiene que situar siempre en la modernidad más rabiosa un tipo de arquitectura que vino al mundo en 1885.

Todo dependerá de su diseño, de su calidad y por supuesto de dónde se levanten. Anticuados y pésimamente situados los de Martiricos, el presidente de la Junta, Juanma Moreno, ya aventura que el hotel rascacielos del Puerto puede llegar a ser un «icono de la modernidad». Habrá que añadir, por si acaso, la inmortal coletilla de los Hermanos Marx: «Y dos huevos duros».

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