Opinión | Zona Press

Descanse en paz

" Tú eras historia del baloncesto, un personaje diferente. Lo sorprendente era que me transmitías el mismo cariño y respeto a mí que no era nadie en el baloncesto y tenía, y sigo teniendo, mucho que aprender y poco que enseñar, al revés que tú"

José María Martín Urbano tenía 72 años.

José María Martín Urbano tenía 72 años. / La Opinión

Estaba retransmitiendo el partido del Unicaja para la radio del club allí en el Carpena, cuando un mensaje de Whatsapp nos confirmó la noticia. En ese momento te quedas helado. Todavía quedaba la segunda parte del partido pero ya no hubo partido. Seguías mirando la pista y los jugadores seguían jugando pero tu cabeza ya no estaba allí. En mi cabeza estabas tú. Ya no salió una palabra más de mi boca en toda la retransmisión. A mis compañeros de radio también se les cortó el cuerpo e hicieron un esfuerzo digno de admirar porque Beni y Nacho siguieron adelante con el partido como buenamente pudieron. No era fácil. Ya te digo, yo no pude.

Siempre te tuve un enorme cariño y admiración. Normal, tú eras todo en el baloncesto y yo un niño sin mucha más edad que los jugadores a los que entrenaba. Contigo no era fácil hablar, ¿qué te iba a poder contar yo de baloncesto? Era mucho mejor escucharte por las cosas que decías de baloncesto y por cómo las decías. Lo curioso no era mi cariño o mi admiración hacia ti. Tú eras historia del baloncesto, un personaje diferente. Lo sorprendente era que me transmitías el mismo cariño y respeto a mí que no era nadie en el baloncesto y tenía, y sigo teniendo, mucho que aprender y poco que enseñar, al revés que tú.

Cuando te veía en Los Guindos necesitaba cruzarme contigo porque escucharte era una inyección de pasión de baloncesto y siempre había algún comentario divertido en tus speeches. Siempre estuviste atento a mis equipos. Siempre tuviste algún comentario bonito y algún consejo. Ver en la grada contigo y con Alfonso algún partido del equipo júnior era un privilegio. Qué capacidad teníais para hablarme sobre mi equipo, el Clínicas, y a la vez comentar lo que pasaba en la cancha, lo que os gustaba de tal o cual jugador. Me decíais cosas buenas pero también las malas, como sólo erais capaces de decirlas vosotros, con cariño, respeto y la única intención de ayudar.

Este verano coincidimos otra vez en Los Guindos gracias a esa aventura del Unicaja para veteranos. Fue una enorme alegría cruzarme otra vez por allí contigo. Era como volver a aquel pasado. Tu no te acordarás. Lo primero que me dijiste fue «te sigo». No sé si sería verdad o no pero a mí me hizo ilusión. Después me comentaste cómo te sentías entrenando a tu equipo de +60. Hablabas de ellos como cuando hablabas conmigo de tu equipo júnior de hace 20 años. Con la misma pasión, con el mismo cariño. Y es que tú eras un entrenador difícil, tú lo sabes. Pero nadie te podrá negar que fuera de la cancha tratabas a todos tus jugadores con el amor de un padre. Por eso todos ellos, los que jugaban más o los que jugaban menos, te guardan el mismo afecto que tú les tienes a ellos. Y esto no me lo invento, que estamos tú y yo en un grupo de Whatsapp con muchos de ellos y sabes cómo hablan de ti. Pues imagínate ahora lo que dicen de ti, que te has ido y te has dejado el teléfono aquí. Me emociona leerlos, no quiero ni pensar lo que sentirías tú si pudieras.

Allí entrenabas a ese equipo con veteranos de 60 palos. Con el cronómetro colgado del cuello y tu hoja con el entreno preparado. Como hace 20 años. Tan exigente como entonces, gritándoles como si fueran júniors. Y ellos mirándote con el mismo respeto e ilusión que lo hacían tus chavales de 17 años dos décadas atrás.

La última vez que te vi fue en ese homenaje que nos hizo el club a todos los que participamos en ese campeonato de Europa para veteranos. Allí tomaste la palabra para dar las gracias por aquel acto con la humildad de siempre. Tú que merecías actos como aquel pero solo para ti, tú que el club debía darte las gracias sin parar por lo que has sido para Unicaja, estabas allí dando las gracias lleno de emoción. Y es que tú eres el Unicaja, y lo amas pero también te duele. Y si lo criticaste lo hiciste como lo hacías conmigo cuando era un entrenador joven, para ayudar a hacerlo mejor. La diferencia es que algunos, que son muy torpes, no lo entendieron así. No entendieron tampoco lo que tú quieres al club ni lo que tú has sido para Unicaja.

Hace una semana hablé contigo porque en ese famoso grupo de Whatsapp dijeron que estabas en el hospital. Yo intenté animarte pero no hacía mucha falta porque estabas loco por irte de allí. Pensé, conociéndote, que no tenías que ser tú muy buen paciente pero jamás me podía imaginar que esto acabara así, yéndote. Pero sí te digo que la gente como tú, o como Alfonso o Javier, no se van. Vosotros no os marcháis. Vuestro recuerdo perdurará siempre entre los privilegiados que hemos podido trataros y aprender de vosotros. Tú, José María, eres inolvidable e irrepetible. Dejas en nosotros recuerdos y anécdotas que harán que tu recuerdo se quede para siempre. Estoy seguro de que así quieres que te recordemos, con esa alegría que tú sentías cuando te veías con alguno de nosotros. Y con el mismo cariño.

Descansa en paz, José María Martín Urbano.

Suscríbete para seguir leyendo