Investigación

Narcotráfico en la Costa del Sol: una lechuga con GPS y un servidor en Irán

El golpe del Greco Costa del Sol a un grupo que había consolidado una red de distribución de drogas por carreteras en Europa es el mejor ejemplo de cómo el crimen organizado se ha convertido en un fenómeno transversal

Centrada en un núcleo de holandeses insaciables, la investigación afectó de lleno a cinco países y sumó la identificación de medio centenar de personas de una veintena de nacionalidades. Ingenio, tecnología, método y colaboración

Detención del líder en su ático de Estepona, vistas de la vivienda y la maleta intervenida en Tenerife. | L.O.

Detención del líder en su ático de Estepona, vistas de la vivienda y la maleta intervenida en Tenerife. | L.O. / jose torres. málaga

En la mesa de un prohibitivo restaurante de La Quinta, ese paraíso del golf de Benahavís, están sentados un grupo de hombres de media docena de nacionalidades. El anfitrión es Michael, un holandés tremendamente rico que entró en el radar de la Policía Nacional en 2021 durante los preparativos de un envío de cocaína en contenedores marítimos. Michael vive en un ático a pie de playa en la zona de Costalita, en Estepona. Nunca sale de casa sin su dispositivo wifi portátil y siempre se mueve en coches alquilados, diecisiete han contado los investigadores. Además de sus colaboradores más cercanos, el anfitrión comparte mantel con un inglés, un italiano, dos sudafricanos, un búlgaro y cuatro malasios. Estos últimos son marineros rasos de un barco pesquero con el que el grupo estudia introducir en Europa otro cargamento de oro blanco procedente de Sudamérica.

Narcotráfico en la Costa del Sol: una lechuga con GPS y un servidor en Irán

Vistas del ático que el principal investigado tiene en la zona de Costalita, en Estepona. / L.O.

La organización neerlandesa, asentada en la Costa del Sol, se dedica principalmente al transporte de marihuana y hachís por carretera a distintos puntos de Europa, pero algunos de sus integrantes tocan otros palos como la venta de armas. El negocio va como un tiro y necesitan crecer, como las multinacionales. Sueñan con el horizonte del Atlántico y tienen contactos muy buenos como Said, el enlace de los Zetas en Europa que fue detenido recientemente en otro golpe antidroga.

Organización multinacional

Cuando la operación policial estalla, los sabuesos suman medio centenar de personas identificadas de una veintena de nacionalidades. Además de los comensales, los agentes se han cruzado en dos años de pesquisas con portugueses, alemanes, belgas, suizos, polacos, austriacos, turcos, iranís, marroquís, rumanos, colombianos, suecos, irlandeses, surinameses... Hay 23 detenidos en un operativo que ha salpicado directamente a Tenerife, Granada, Murcia, Noruega, Países Bajos e Irlanda. En este último país la operación es un acontecimiento. El kilo de marihuana se paga allí a 20.000 euros y se han intervenido dos lotes que suman 87 kilos, cuyo valor ascendería a 1,7 millones de euros. Los vehículos embarcaban con la mercancía oculta entre productos legales en Santander, alcanzaban suelo británico por el puerto de Plymouth y finalmente llegaban al país de los duendes a precio de droga dura. En total se interceptaron seis envíos, uno de ellos en Noruega con 35 kilos de hachís en un vehículo que había salido desde Málaga. El resto, en portes atajados en Granada (destino Alemania), Murcia, Noord-Scharwoude (Países Bajos) y los dos de Irlanda. En algunos casos, revestían la droga en poliuretano para hacer más difícil su localización.

El balance de la operación Contesa, llamada así por la combinación de la palabra contenedor y el apellido de un investigado, arrojó 323 kilos de marihuana, 71 de hachís, otros dos de MDMA, 300 gramos de cocaína, cuatro pistolas cuya venta se gestionó desde Estepona y unos 560.000 euros en efectivo. La mayoría del dinero, medio millón, fue hallado en la casa que tiene en el norte de Tenerife María, una empresaria del transporte acusada de falsear los albaranes que la organización utilizaba para mover por la península la droga entre mercancías legales. Uno de los responsables de la investigación reconoce que se le saltaron las lágrimas de emoción cuando sus compañeros canarios le enviaron un vídeo con la maleta llena de billetes. Dice que no exagera, que era el premio a una larguísima investigación que exigió a los agentes casi 500 vigilancias sobre un grupo que el inspector considera «el mejor exponente del crimen organizado en la Costa del Sol». Se refiere a cómo las organizaciones han derribado los muros de las nacionalidades para convertir sus actividades en un fenómeno transversal. Los tiempos en los que los grupos los formaban clanes del mismo país son el paleolítico.

Narcotráfico en la Costa del Sol: una lechuga con GPS y un servidor en Irán

Dinero intervenido a la empresaria de Tenerife. / L.O.

«No hay un gran alijo de cocaína en la foto, pero hay muchísimo trabajo detrás para desmontar una organización tremendamente profesional con una capacidad de distribución por carretera muy consolidada», defiende el mismo agente que en las últimas semanas ha puesto como ejemplo esta investigación en cursos internos de la Policía Nacional o en charlas que comparte con jueces y policías de Europa. La improvisación no existía para un grupo que define como «muy metódico». Cada ruta es debidamente probada para no poner en riesgo la droga. En uno de los envíos, los investigadores sólo encontraron un localizador GPS en el corazón de una lechuga.

Entre los colaboradores de Michael destaca el perfil de su compatriota Peter, que vivía por la zona de Nagüeles. Es ingeniero y se encargaba de encriptar las comunicaciones entre los principales miembros. La organización puso a su disposición un servidor de Irán que compró por 200.000 euros. En el registro de su domicilio se intervinieron un gran número de teléfonos encriptados y cientos de tarjetas telefónicas.

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La operación Contesa sólo es una de las 29 investigaciones que la Unidad Central de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Policía Nacional ha desarrollado durante los primeros seis meses del año en el marco de los Fondos de Seguridad Interior del Consejo de Europa que gestiona Europol. El balance de esas actuaciones, muchas de ellas en la Costa del Sol, fueron 197 detenidos de 34 nacionalidades distintas, principalmente europeas. Treinta y tres de los arrestados eran fugitivos buscados en sus países por delitos como tráfico de drogas, fraudes, delitos sexuales y otros delitos violentos. En los 114 registros domiciliarios afloraron más de ocho toneladas de estupefacientes, de las que casi cinco fue cocaína. También se intervinieron decenas de armas de fuego y armas blancas, vehículos, propiedades y millones de euros en efectivo. Para culminar esas investigaciones, la Policía Nacional asegura que fue necesario el apoyo de Europol y la colaboración de las autoridades policiales de Portugal, Países Bajos, Francia, Alemania Suecia, Dinamarca, Noruega, Islandia, Finlandia, Lituania, Letonia, Estonia, Bulgaria, Rumanía, Polonia, Serbia y Eslovenia, además de DEA norteamericana, Frontex y Eurojust. «El objetivo han sido las organizaciones más influyentes en cuanto a corrupción se refiere, así como por el uso extremado de violencia, armas de fuego y armas de guerra», explican. Contaban con una alta capacidad para introducir grandes cantidades de estupefaciente por toda la Unión Europea. Además de los 4.934 kilos de cocaína, estas operaciones intervinieron 1.790 kilos de resina de hachís, 1.316 kilos de cogollos de marihuana, 1,73 kilos de heroína, 53 kilos de sintéticos, 3.300 pastillas de éxtasis, 28 armas de fuego, diez armas blancas, nueve armas de otro tipo, 4.251.585 euros en efectivo, 38 joyas de alto valor, 57 vehículos, tres embarcaciones, diversas propiedades valoradas en unos 12.000.000 euros y el bloqueo en cuenta de 10.000.000 euros.

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